Huaminka, hombre aventurero, guerrero, diestro, valiente y poderoso, era de contextura muy fuerte, era el jefe de una tribu que habitaba por la zona de las qullkas, palabra quechua y que en castellano significa despensa, lugar de almacenamiento de alimentos, hoy denominado Culcas. El tenía un afán expansionista, preparaba día y noche a sus guerreros con armas hechas de piedra, con la finalidad de conquistar las aldeas o clanes aledaños y de esta manera expander su territorio. Un día Huaminka partió con su ejército a invadir territorios lejanos en busca alimento y de las mejores doncellas para hacerlas sus mujeres y por cosas del destino se encontró con la grata presencia de una hermosísima mujer llamada Kachiri, que era la hija del jefe de una tribu que moraba por esos lares, de la cual se enamoró profundamente. Huaminka y sus demás hombres no lograron derrotar a esa tribu por la que fueron vencidos y dando marcha atrás regresaron a su pueblo. El valiente guerrero había quedado prendado de la hermosura de Kachiri el cual había sido correspondido por la princesa. Paso mucho tiempo y Huaminka no sabía nada de su princesa, se desesperaba y hasta había cambiado de actitud, ya no era el mismo valiente y conquistador. Cierto día decidió ir en busca de su amada, incluso llego a conversar con el padre proponiéndole unir sus tribus y trabajar para él, a cambio de que le diera a su hija y hacerla su esposa, pero fue rechazado tajantemente. Todos sus intentos fueron en vano, lo cual hizo que se deprimiera cada vez más. Ellos en silencio sufrían su amargo destino y no veían la hora de estar juntos y ser felices por siempre.
Kachiri un día quiso ir en busca de su amado Huaminka pero su padre se enteró y la encerró, ella lloraba sin consuelo sin que nada ni nadie hicieran algo por contentarla, la doncella no quería comer ni hablar. La princesa vivía postrada en su lecho y solo contenía su triste y taciturna mirada dirigida hacia el firmamento, pensando y teniendo la firme esperanza que algún día su amado llegaría a rescatarla pero fue en vano, con el transcurrir del tiempo ella murió postrada en cama con el rostro mirando hacia el cielo y quedando convertida en sal. Huaminka por otro lado había perdido las esperanzas que su amada estuviera con él y al enterarse que Kachiri había fallecido empezó consumirse en la tristeza y el dolor llegando a morir en su lecho convirtiéndose en un enorme ser de piedra.
Todavía se escucha entre los lugareños más longevos la leyenda acerca de la “bella durmiente”, cuentan que en el cerro Cachiriz, lugar donde esta ubicada la imagen de aquella mujer, aparece el espíritu que toma la apariencia de una hermosa y encantadora doncella que cuida un jardín con flores muy hermosas y raras, se les presenta a los hombres que se han perdido por buscar su ganado y les pide que la acompañen a cuidar su huerto. Los lugareños dicen que es el alma que mora y deambula por aquellos parajes inhóspitos, buscando al hombre que eternamente amó. Mucha gente ha sido cautivada por su tierna, pura y triste mirada. Otros en afán de buscar aquel legendario y hermoso jardín han sido encantados por esa mujer, los cuales desaparecen entre los frondosos y solitarios lugares de aquel misterioso cerro. Incluso otros cuentan que muchas personas han perdido la razón.
Hoy podemos observar la hermosa imagen de una mujer que postrada en su lecho de abundante vegetación con la mirada hacia el firmamento. Los lugareños la denominan “La bella durmiente” así mismo su fiel amante Huaminka yace postrado convertido en piedra y que sirvió antiguamente a su tribu como una enorme fortaleza para protegerse de sus adversarios vecinos. Hoy es conocido como es el cerro “Huamingas”.
Autor: José Cosmer Sánchez Troncos
que linda historia amigo si adelante con tu trabajo lo que haces es muy bueno
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