Un día de marzo de 1971, por andar en los caminos de Cupido, casi me convierto en novio de la muerte, sucede que me encontraba de visita en el asiento del cerro Huamingas, cabecera del pueblo Nuevo – Frías. La reunión con los amigos era muy amena que el tiempo se esfumaría rápido.
Por la tarde una torrencial lluvia se desató con gran tempestad eléctrica, los rayos descargaban su furia en las peñas del frente, y a cada instante hacían temblar toda la zona, parece que el cerro Huamingas estaba celoso por encontrarme yo en dicha casa. A fin la tempestad dio una tregua, se acercaba la noche y emprendí mi regreso al pueblo, me desplazaba por unos terrenos llanos, parecían grandes alfombras verdes cubiertas de grama (césped), y adornos con matorrales de chilca y piedras regulares, lejos una de otras. De repente un fuerte soplo y una luz enceguece dora me derivaron por el suelo, sentí un olor a pólvora, escuchaba unos gritos y chillidos lastimeros y espantosos.
Pronto reaccioné y pude distinguir frente a mi y a 20 metros de distancia , un grupo de bolitas de color de arco iris, pero muy relumbrantes, giraban alrededor de una piedra y la hacían pedazos grandes y pequeños que volaban por diferentes direcciones Brum,brum,brum,brum,al mismo tiempo, la piedra dio gritos y chillidos :Cuy, cuy, cuy, cuy, parecía un roedor cuando lo están matando, estos chillidos o gritos hacían doler los dientes , yo parecía una estatua , pero felizmente estaba aislado con mi ropa bien seca y mis botas de caucho, abrigadas con papel.
En pocos segundos la roca y las bolitas relumbrantes desaparecieron, luego se produjo una terrible explosión por encima de mi cabeza ,parecía que los cielos se derrumbaban, era de caer desmayado solo atiné a apretarme duro los oídos con mis manos, era recién el trueno, pues las nubes acentuando como altavoz ,llego los sonidos arriba a lo alto del cielo los redujo y amplificó en millones de veces más fuertes, pero lo que más me extraña mucho, es que ,los gritos lastimeros de las piedras no se reprodujeran. De haberse reproducido igual que los otros sonidos, seguro que toda la gente de ésta región se hubiera corrido de miedo, podían pensar que las almas condenadas se habían salido del infierno.
Esta experiencia me llama mucho a reflexionar, las piedras a pesar de su dureza ,no son tan brutas, ellas son los huesos de la tierra, fieles servidoras al hombre y como testigos de nuestra historia , es justo que tengan algún sentimiento., por eso al verlas sufrir ,tuve mucha pena ,quería coger un puñado de tierra o un manojo de ramas para apagar las luces que la devoraban ,pero estas hubieran formado circuito y ya no hubiera quien les converse esta historia, Pienso también que el golpe del rayo fue para mi pero la mirada de mi Señor Jesucristo lo desvió hacia la inocente piedra, por que estoy seguro que el destino de una persona es cosa de una sentencia de un juez , si no entonces aprevenidos y no hay recursos ,esta se cumple pero que si hay un buen abogado hace anular la sentencia o hace rebajar la pena ,tal es el caso de este tema que les conversó, portaba en mi bolsillo la estampa del señor Cautivo de Ayabaca, gracias a Él estoy vivo. Otro día les diré mas cosas.
Por la tarde una torrencial lluvia se desató con gran tempestad eléctrica, los rayos descargaban su furia en las peñas del frente, y a cada instante hacían temblar toda la zona, parece que el cerro Huamingas estaba celoso por encontrarme yo en dicha casa. A fin la tempestad dio una tregua, se acercaba la noche y emprendí mi regreso al pueblo, me desplazaba por unos terrenos llanos, parecían grandes alfombras verdes cubiertas de grama (césped), y adornos con matorrales de chilca y piedras regulares, lejos una de otras. De repente un fuerte soplo y una luz enceguece dora me derivaron por el suelo, sentí un olor a pólvora, escuchaba unos gritos y chillidos lastimeros y espantosos.
Pronto reaccioné y pude distinguir frente a mi y a 20 metros de distancia , un grupo de bolitas de color de arco iris, pero muy relumbrantes, giraban alrededor de una piedra y la hacían pedazos grandes y pequeños que volaban por diferentes direcciones Brum,brum,brum,brum,al mismo tiempo, la piedra dio gritos y chillidos :Cuy, cuy, cuy, cuy, parecía un roedor cuando lo están matando, estos chillidos o gritos hacían doler los dientes , yo parecía una estatua , pero felizmente estaba aislado con mi ropa bien seca y mis botas de caucho, abrigadas con papel.
En pocos segundos la roca y las bolitas relumbrantes desaparecieron, luego se produjo una terrible explosión por encima de mi cabeza ,parecía que los cielos se derrumbaban, era de caer desmayado solo atiné a apretarme duro los oídos con mis manos, era recién el trueno, pues las nubes acentuando como altavoz ,llego los sonidos arriba a lo alto del cielo los redujo y amplificó en millones de veces más fuertes, pero lo que más me extraña mucho, es que ,los gritos lastimeros de las piedras no se reprodujeran. De haberse reproducido igual que los otros sonidos, seguro que toda la gente de ésta región se hubiera corrido de miedo, podían pensar que las almas condenadas se habían salido del infierno.
Esta experiencia me llama mucho a reflexionar, las piedras a pesar de su dureza ,no son tan brutas, ellas son los huesos de la tierra, fieles servidoras al hombre y como testigos de nuestra historia , es justo que tengan algún sentimiento., por eso al verlas sufrir ,tuve mucha pena ,quería coger un puñado de tierra o un manojo de ramas para apagar las luces que la devoraban ,pero estas hubieran formado circuito y ya no hubiera quien les converse esta historia, Pienso también que el golpe del rayo fue para mi pero la mirada de mi Señor Jesucristo lo desvió hacia la inocente piedra, por que estoy seguro que el destino de una persona es cosa de una sentencia de un juez , si no entonces aprevenidos y no hay recursos ,esta se cumple pero que si hay un buen abogado hace anular la sentencia o hace rebajar la pena ,tal es el caso de este tema que les conversó, portaba en mi bolsillo la estampa del señor Cautivo de Ayabaca, gracias a Él estoy vivo. Otro día les diré mas cosas.
COLABORADOR : Profesor. Raúl Ramírez Ramírez.
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