BIEN VENIDO A MI BLOG

El pueblo de FRIAS emerge y renace entre 4 grandes y poderosos "Apús”: Cahingará, Kachiriz, Huaminkas y Puñuño, fieles guardianes y testigos de aquella historia de este pujante pueblo; además son aquellos que desde las entrañas regalan el fruto bendito de la madre naturaleza, son ellos los que día a día observan como su gente humilde, trabajadora, inteligente y de gran trascendencia, se levanta en el devenir de la vida. El alma y el espíritu de un pueblo que por mucho tiempo vivió bajo los rezagos del latifundismo. Este rincón del alto Piura, reñidamente esconde innumerables tradiciones, costumbres, los mitos, creencias y supersticiones y que además son transmitidos en ese lenguaje sencillo y ameno de sus Cuentos y Leyendas, las mismas que alimentan la fuerza y el espíritu de esa gente del campo que cada día al amanecer visiona un nuevo mañana al final de cada jornada de trabajo.

Estimados amigos de Frías, Ayavaca, Piura, el Perú y de todo el mundo, aquí encontraras las más fantásticas historias y narraciones de un pueblo milenario e histórico, aquel que el tiempos inmemorables fueron llamados "Huaminkas", gente poderosa, amante al arte y a la lucha y que también fue noble y solidario como los trabajadores "Chincharas". Aquí trasmito a través de la literatura el alma de aquel pueblo que constantemente lucha por seguir adelante.



Frías : Paraiso del Alto Piura y Cuna del Idolillo de Oro

Frías : Paraiso del Alto Piura y Cuna del Idolillo de Oro
El Pueblo de Frías, Bajo los Encantos de La Bella Durmiente - Piura - Perú

jueves, 14 de enero de 2010

¡ Hay Cucos malos!

Allá por los años 1883, cuando los chilenos invadieron la serranía de Piura al mando del general Torres, el cual era un jefe déspota y sin sentimientos hacía los que se antojaba a todo pueblo que entraba, pedía despotamente que le sacrificarán algún animal para calmar el hambre de él y sus soldados, en otros casos para satisfacer sus institos varoniles, agarraba a la fuerza a cual mujer se le presentaba .Las tropas que iban en busca de cupos de guerra no les interesaba el sufrimiento que causaban. La gente de Frías ya habían tenido noticias que por la zona de Santo Domingo y Chalaco valientes hombres se habían enfrentado quedando muchas bajas en ambas partes, los Chalaqueños habían luchado fuertemente en la famosa “quebrada de la guerra”, de la cual había salido airosos, haciendo temblar a las tropas sureñas.
Los fríanos al mando de Don Lorenzo Córdova Mejía habían formado las famosas “montoneras” , que con hondas, machetes, palanas, chavetas, incluso algunos con armas de fuego se atrincheraron estratégicamente en las faldas de los cerros de Mastrante, letreros y Yapiay, lugares ubicados a pocos minutos del pueblo de Frías. Junto con otros hombres se alistaron para el combate como don Ricardo Alvarado, Zoilo Castillo, Santos Jara Sebastián Siancas, y su esposa Gertrudis Erazo, Manuel Monje, Parcemón Aguilar, Plácido Córdova, Marcos García, Manuel Berrú, Juan Campos Córdova, y su hermano de madre Pilar Julca Córdova y muchos otros hombres valientes. Los valerosos hombres hicieron retroceder a los invasores.
Airado por el revés sufrido, el coronel Carvallo, dispuso un destacamento de 300 efectivos de infantería y caballería, al mando del capitán Torres, partieron a someter a los valientes fríanos. Ante las fuerzas superiores a sus efectivos, los fríanos se retiraron al interior de sus montañas permaneciendo en el pueblo un reducido grupo de habitantes.
Sin resistencia alguna, el 30 de setiembre de 1883, el comandante Torres y sus soldados ingresaron al pueblo, lo saquearon, no respetaron ni siquiera la iglesia, a los hombres y mujeres que permanecieron en él los sometieron a humillaciones vergonzosas. Cuenta la tradición que don Sebastián Siancas fue hecho prisionero y que un día en que su esposa se dirigía a la iglesia para verlo, fue hecha prisionera y llevada ante un oficial chileno para ser ultrajada. Ante este hecho la señora Gertrudis llena de ira, aplica una certera puñalada en el abdomen del oficial, quien muere en el acto; los chilenos como represalia, fusilan en la puerta de la iglesia a don Sebastián Siancas y a su esposa.
Todavía cuentan que un señor de apellido Vaca, por temor a que fuera apresado, se había escondido en el templo del pueblo, detrás del altar mayor donde se encontraba la imagen del patrón San Andrés, cuando un soldado chileno se dirigía a profanar la “Custodia” de oro y otros objetos de valor, no pudieron por lo que el temeroso señor se puso muy nerviosos al pensar que alguna cosa mala le pasaría y el altar empezó a moverse, el chileno al ver esto dijo: -¡Dios está molesto, no hagamos esto¡ ¡Hay cucos malos! Y es así que se libro la custodia y el humilde señor Vaca.
Versiones que se han trasmitido de manera oral dicen que después de mucho tiempo los chilenos se retiraron del pueblo San Andrés de Frías y en el trayecto a la ciudad de Chulucanas una familia de apellido Palacios, que se dedicaba a la venta de chicha de jora, había preparado un poco de bebida con veneno la cual les dio de beber a los chilenos y para que no sospechen ellos también bebieron, muriendo así los invasores y la familia Palacios. Aun son recordados por su gran sacrificio y hazaña en honor a su patria el Perú.

Recopilador: Profesor José Cosmer Sánchez Troncos.

Las piedras también lloran

Un día de marzo de 1971, por andar en los caminos de Cupido, casi me convierto en novio de la muerte, sucede que me encontraba de visita en el asiento del cerro Huamingas, cabecera del pueblo Nuevo – Frías. La reunión con los amigos era muy amena que el tiempo se esfumaría rápido.
Por la tarde una torrencial lluvia se desató con gran tempestad eléctrica, los rayos descargaban su furia en las peñas del frente, y a cada instante hacían temblar toda la zona, parece que el cerro Huamingas estaba celoso por encontrarme yo en dicha casa. A fin la tempestad dio una tregua, se acercaba la noche y emprendí mi regreso al pueblo, me desplazaba por unos terrenos llanos, parecían grandes alfombras verdes cubiertas de grama (césped), y adornos con matorrales de chilca y piedras regulares, lejos una de otras. De repente un fuerte soplo y una luz enceguece dora me derivaron por el suelo, sentí un olor a pólvora, escuchaba unos gritos y chillidos lastimeros y espantosos.
Pronto reaccioné y pude distinguir frente a mi y a 20 metros de distancia , un grupo de bolitas de color de arco iris, pero muy relumbrantes, giraban alrededor de una piedra y la hacían pedazos grandes y pequeños que volaban por diferentes direcciones Brum,brum,brum,brum,al mismo tiempo, la piedra dio gritos y chillidos :Cuy, cuy, cuy, cuy, parecía un roedor cuando lo están matando, estos chillidos o gritos hacían doler los dientes , yo parecía una estatua , pero felizmente estaba aislado con mi ropa bien seca y mis botas de caucho, abrigadas con papel.
En pocos segundos la roca y las bolitas relumbrantes desaparecieron, luego se produjo una terrible explosión por encima de mi cabeza ,parecía que los cielos se derrumbaban, era de caer desmayado solo atiné a apretarme duro los oídos con mis manos, era recién el trueno, pues las nubes acentuando como altavoz ,llego los sonidos arriba a lo alto del cielo los redujo y amplificó en millones de veces más fuertes, pero lo que más me extraña mucho, es que ,los gritos lastimeros de las piedras no se reprodujeran. De haberse reproducido igual que los otros sonidos, seguro que toda la gente de ésta región se hubiera corrido de miedo, podían pensar que las almas condenadas se habían salido del infierno.
Esta experiencia me llama mucho a reflexionar, las piedras a pesar de su dureza ,no son tan brutas, ellas son los huesos de la tierra, fieles servidoras al hombre y como testigos de nuestra historia , es justo que tengan algún sentimiento., por eso al verlas sufrir ,tuve mucha pena ,quería coger un puñado de tierra o un manojo de ramas para apagar las luces que la devoraban ,pero estas hubieran formado circuito y ya no hubiera quien les converse esta historia, Pienso también que el golpe del rayo fue para mi pero la mirada de mi Señor Jesucristo lo desvió hacia la inocente piedra, por que estoy seguro que el destino de una persona es cosa de una sentencia de un juez , si no entonces aprevenidos y no hay recursos ,esta se cumple pero que si hay un buen abogado hace anular la sentencia o hace rebajar la pena ,tal es el caso de este tema que les conversó, portaba en mi bolsillo la estampa del señor Cautivo de Ayabaca, gracias a Él estoy vivo. Otro día les diré mas cosas.

COLABORADOR : Profesor. Raúl Ramírez Ramírez.

El Exilio de Marcos de la Croux

En el año de 1978 la actual comunidad campesina “José Olaya” de Silahuá era una comarca que formaba parte de la sociedad agrícola Yapatera, cuyos dominios se extendían desde la costa hasta la Meseta Andina de Frías.
Este relato es el fruto de la historia vivida por Quiteria Yamoca, humilde provinciana que emigra en busca de fortuna ,a Lima desde su natal Ramada Grande, caserío ubicado en el sector de Silahuá y que es caracterizado por las montañas de bosque seco y espinoso, donde alberga diversidad de animales silvestres como zorros, cachules y muchas aves. Este relato encierra un claro mensaje y que tiene que ver con el impacto que causan los años de sequía en la vida del hombre y de los animales. Quiteria por el azar del destino entrega su corazón a un marino francés llamado Pietro de la Croux que luego de idas y venidas al viejo continente (Europa), procrearon tres vástagos hijos entre ellos, Marcos de la Croux. Aquella humilde muchacha fue abandonada quedando convertida en una madre soltera la cual quedó imposibilitada de trabajar como doméstica por el número de hijos que tenia en casa de la familia López de la Romaña. No le quedo más remedio que retornar a su tierra de origen Ramada Grande donde tenía sus padres, los que muy a pesar de todo la recibieron con buen agrado.
Para mala suerte en esos tiempos eran años de mucha sequía y los cultivos no eran buenos ¿Qué hacer? tres niños hambrientos y sin que darles de comer. Quiteria pensaba y pensaba la solución estaba en su mente, vendería el primogénito Marcos, al señor Santos Guerrero, quien vivía en el caserío de Méjico ubicado en la Meseta Andina. En aquel entonces existía un viejo camino que partiendo de la costa de Yapatera atravesaba por el costado de Panecillo y avanzando cerro adentro hasta llegar a Ramada Grande y Ramada Chica, pasando por Cahingará, entrando por Cachiriz, Llegaba a Méjico, donde vivía Santos Guerrero, un ganadero que tenía a su cargo más de un centenar de ovejas, y que justamente a él sería vendido el niño Marco de la Croux Yamoca.
Aquel fatídico 13 de septiembre el viento y el sol resecaban la hojarasca seca, emprendió su camino atravesando lomas, bosques, quebradas y cerros. Marco, tristemente miraba a su entorno, tal vez pensaría que nunca más volvería a ver la tierra de su madre ni la enorme y conglomerada capital. Ya en la planicie de los altos, el fuerte viento resecaba la piel de los desdichados visitantes, el cantar triste de las aves parecían augurar el triste destino que le esperaba al pequeño. Después de las tres de la tarde, sudorosos y muy sedientos llegaron a su destino, Quiteria miraba con tristeza las bellas facciones de su desdichado hijo, el cual no volvería ver nunca más.
Ya en la casa de santos Guerrero, fueron bien recibidos y el pago no se hizo esperar, medio saco de trigo, medio saco de arvejas, medio saco de papas que el mismo santo envió de regreso a sus peones junto con Quiteria hasta Ramada Grande. Por su lado Marco engrosaría el grupo de ovejas .Muy pronto aprendió el oficio de cuidador de ovinos, pero así mismo empezaron a venir los sufrimientos. Durante varios años tuvo que aguantar, muchos castigos y crueldades.
Después de 6 años de sufrimiento, el muchachuelo se había convertido en todo un jovencito .Un día decidió escapar, ya que no soportaba más la tortura física y psicológica a la que era sometido y fue así que aquel rebelde adolescente escapó del infierno en que vivía, resultando perdido en las tupidas montañas del cerro Huaycas, ubicado en Santo Domingo, el cual lo recibió de cualquier manera.
Marcos ya joven tenía facciones delgadas, el cabello cortito y castaño y pronto impresionó a una linda lugareña del caserío de Ñoma con la que se acompañó y tuvo sus dos hermosos hijos. En las tardes y noches de melancolía recitaba constantemente el refrán; No todo lo que tocas es plata, ni todo lo que el monte tiene es órgano, ni todo lo que brilla es oro.
Efectivamente las apariencias engañan la crianza forma nuestro carácter, es así que el desafortunado joven se había convertido en un psicópata y pronto sus manifestaciones no se hicieron esperar, ya que constantemente a su esposa la maltrataba, la torturaba, la cual optó por abandonarlo junto a sus dos menores hijos.
Marco había perdido el sentido de su vida, no le importaba nada , viajaba errante como un infeliz y siempre lamentaba su mala suerte y versaba aquellas frases: ¡Madre mía ¡yo no te culpo de lo que hiciste conmigo!, pero si me inclino a mi vieja Pachamama (tierra Sagrada) que nunca me negaste el fruto de tus entrañas, esto lo hacia irguiéndose cuán largo era él ,alzando sus brazos ,abriendo la palma de sus manos y luego se inclinaba hasta el suelo besaba la tierra y se entristecía.

Recopilador y redactor.

Profesor. José Cosmer Sánchez Troncos


miércoles, 13 de enero de 2010

El hombre que comía carne humana



Allá por los años de 1970, San Diego caserío pequeño ubicado en los Altos, ahora llamado Meseta Andina, vivía un brujo curandero, llamado Saturdino y que con el paso del tiempo haciendo uso de sus dones curativos sanó a muchas personas, entre hombres y mujeres. Los lugareños comentaban que este “curioso” se fue dañando, decían que este señor se comía a la gente, sobre todo cuando llegaba algún gordito o alguna gordita en busca de remedios para aliviarse de sus males que padecía, los encerraba en un cuarto especial que tenía, les daba algún brebaje, los adormecía, luego los mataba y se los iba comiendo junto con su familia, o invitaba a algún forastero que pasaba por ahí. Por sus acciones fue denunciado, capturado pero nunca se le juzgo por que no se le pudo comprobar sus acusaciones.

En el mismo lugar moraba una familia de apellido García y dentro de aquella vivía una mujer de contextura gruesa y era muy bonita, la cual era ahijada de este famoso brujo. Esta señorita era la encargada de ordeñar las vacas que estaban en el corral a una hora de camino y en su rutina de vez en cuando aprovechaba para verse con su pretendiente. Ella siempre iba acompañada con su fiel “ganacho”, que se le dice al perro bravo que cuida con mucho celo las ovejas, no dejando acercar persona alguna.

Un día como de costumbre, salió muy temprano al corral a ordeñar las vacas, siempre llevando consigo a su perrito, ese día por mala suerte no regresó a casa, pasaron tres días y sus familiares no tenían razón de la muchacha, solo llegaron a ver el perrito que gemía y lanzaba gritos de tristeza y a la vez hacía movimientos y señales de regresarse. El padre y La madre pensaron que su pretendiente se la había llevado y que seguro ya llegaría para “arreglar el casamiento”. Al cuarto día al ver que no sucedió lo que ellos pensaban decidieron seguir al perrito para ver donde iba, el animal llego a una “hondurita”, donde habían muchos arbustos y en uno de ellos vieron colgada la alforja, la que al revisarla la encontraron con los “potos” en los que recibía la leche, pero se dieron cuenta que no habían sido usados por la muchacha, luego se pusieron a buscar por los alrededores vieron un cuerpo boca abajo con el sombrero en la cabeza y con un poncho tapando su cuerpo, se acercaron, lo destaparon y descubrieron que era la muchacha de la casa, se horrorizaron cuando vieron el cuerpo destrozado y que le faltaban algunos órganos como los senos y parte de las piernas , toda la carne había sido retirada.

Para colmo de males la madre de esta señorita tenía tres días de haber dado a luz y cuentan que la mujer del brujo le había llevado un buen mate de ocas con un pedazo de carne, que supuestamente había sido de su misma hija, la que no encontró gusto de algún animal en la comida ofrecida.

La familia junto con los moradores y autoridades comenzaron a investigar la muerte de la chica y en esas pesquisas detuvieron a la mujer del brujo Saturnino, la que después de un riguroso interrogatorio y amenazas confeso que su esposo había matado ala muchacha. El hermano de la difunta enardecido y furioso por aquel hecho buscó al brujo y lo asesino en su propia casa con la espada, vengando así la muerte de su hermana, fiel a la costumbre de aquellas personas que ven mancilladlas el honor de sus familiares y seres queridos.

El hermano de la muchacha fue capturado, enjuiciado y conducido a la cárcel de la provincia de Ayabaca por un tiempo de dos años. Al salir de la prisión este joven vendió sus tierras en la Meseta Andina y compro terrenos en el sector de Yapiay para evitar rencillas y malos entendidos con los hijos de Saturnino, los que según decían la gente son buenos brujos.
Profesor. josé C. Sánchez Troncos

sábado, 9 de enero de 2010

La Leyenda del Cerro Pilán

A principios de la conquista de los españoles, el gran Imperio del sol o Tahuantinsuyo empezó a declinar, con la captura del inca Atahualpa en Cajamarca. Por esta región pasaba una comisión de indios cargueros llevando parte de rescate que había ofrecido el último monarca a los españoles por su libertad, al encontrarse en un sitio denominado SILHU, hoy llamado Silahuá, se enteraron de la ejecución del inca, los mismos que decidieron enterrar el tesoro y así poder librarlo de la codicia de los españoles. Los fieles indígenas se dirigieron a la cumbre del cerro Pilan, Apu, como se le conoce en otra parte del Perú y que en sus entrañas guardan mucho misterio, ahí haciendo uso de practicas supersticiosas, enterraron el tesoro del que eran portadores, incluso cuentan que junto con el preciado metal también se enterraron ofreciendo sus vidas al magnifico cerro.
Sobre este acontecimiento se ha tejido una leyenda que ha sido trasmitida de generación en generación. La gente que mora por esos lares cuenta que el Pilán es un cerro encantado y misterioso. Este lugar defiende el encargo hecho por los incas o “gentiles” como se les conoce por la zona de nuestro distrito de Frías. En estos recónditos y solitarios lugares del cerro se escuchan fuertes estruendos subterráneos con inmensos quejidos lastimeros de aquellas almas y espíritus de las personas que ofrecieron su vida al “Apu”, Otros cuentan también que aparece un gran buitre de inmensas alas creando un pánico aterrador en las personas que se atreven a subir a la cumbre del cerro para tentar apoderarse del tesoro, Aquellos que lo hacen mueren a causa de incontenibles hemorragias, llegando a pagar con su vida la osadla y falta de respeto al cerro, fiel guardián de los inmensos tesoros de nuestros antepasados.

El Hombre de Mala Intención

Hace tiempo los moradores antiguos del caserío de Culcas contaban que en esos lares vivía un señor llamado Tito Peña que se enamoró perdidamente de una simpática señorita de nombre Lucinda, mujer de impregnable hermosura que parecía una muñeca con ojos de color marrón claro, test blanca y una singular figura. Aquella “guambra” tenía por costumbre usar siempre un vestido blanco y una chaqueta roja que hacía contraste con su envidiable belleza.
Tito, un caballero galante y simpático no había “china “alguna que se le resista. Cierto día ensillo su caballo mazapán alba tres (tres patas blancas) con su alforja marcada, su poncho moro de lana de oveja con líneas azules, su inseparable espada con vaina llena de adornos de plata de nueve decimos y su sombrero de palma que había comprado en Frías para la fiesta del Cautivito, cabalgaba en su caballo en forma zigzagueante por el camino de herradura, en su mente se cruzaban una y muchas dudas entre si se decía - ¿Me estará engañando? - ¿Estará enamorada de otro?, pero luego se daba valor y juraba que seria solo para él y que si la encontrara se la llevaría para quererla y hacerla su mujer y así tenerla segura.
En la oscura noche, cuando la luz de luna apenas alumbraba por las gruesas ramas de los viejos y frondosos paltones, los aullidos los perros se escuchaban a lo lejos, un frío viento invadía su cuerpo y los tragos que había libado iban consumiendo su tristeza. Cuando de repente sale de sus ilusos sueños el recuerdo de aquella musa, de pronto levanta la mirada sobre unas piedras que parecían asientos y ve una belleza frente a él, pensando que era Lucinda, acerca su caballo y le dice - ¡Sube en el anca de mi caballo y vámonos!, la doncella le hace caso y efectivamente monta atrás del jinete , Tito tanoleaba su caballo y comienza la travesía echando a volar sus malas intensiones, ya un poco retirados y adentrados en la montaña, toma la mano de la dama que aprisionaba su cintura y se da cuenta que tenia uñas largas y la piel llena de pelos la que lo apretaba cada vez mas hasta hacerlo perder la respiración y las fuerzas cayendo desmayado al suelo pasando toda la fría noche en el lugar donde había caído.
Al día siguiente unos niños que llevaban a pastorear su ganado, vieron al hombre caído, lo recogieron, salieron a toda carrera y dieron la noticia a los familiares los que presurosos llegaron al lugar de los hechos encontrando desmayado a Tito con la boca llena de espuma y baba. Cuentan que para que Tito se recupere pasó mucho tiempo y la familia tuvo que recurrir a buenos brujos curanderos, muchos remedios de dieta, pero que al final logro curarse. Lucinda, la mujer de sus sueños, quedó en el olvido.

Los adagios del mítico Chupicarume


Cuentan los mayores que hace muchos años atrás vivía un señor llamado Pedro Quiterio, a quien le contaron esta fantástica historia .Hace mucho tiempo hubo un singular personaje que respondía al nombre de Natividad Retete Quispe, quién se asentó con su familia en un sitio denominado Japaz, lugar ubicado a un costado del camino por donde se pasaba a la comunidad de Parihuanás. La gente no sabía de donde procedía aquel extraño hombre, algunos especulaban que había venido de Salvia, lugar perteneciente al Distrito de Lagunas y otros decían que era de un lugar llamado Pedregal de Pacaipampa, pero lo cierto es que nadie logró determinar a ciencia cierta el lugar de procedencia de éste forastero. Este hombre era muy trabajador, pero mantenía una mirada triste y penetrante. Él vivía con sus cinco hijos, cuatro hombres y una mujer, cuyas edades oscilaban entre los 16 y 11 años, la menor de la familia era una niña muy bonita, fina y delicada, mientras que la esposa del misterioso forastero era una mujer de finas facciones, muy buena, trabajadora y comprensiva. Este misterioso forastero vivía en una casa de campo la cual tenía una huerta pequeña de media hectárea, en la cual solamente tenía plantaciones de guineo, no siendo suficiente para mantener y alimentar a su familia. Un día este forastero muy preocupado tubo noticias que en la loma de Chupicarume vivía un “curioso” que adivinaba la suerte. Sin perdida de tiempo este señor se fue a aquel lugar y efectivamente encontró al adivino el cual, después de dialogar mucho, éste le dijo: ¡Querido amigo Natividad Retete Quispe te voy a decir dos adagios: ¡Cuando Dios quiere a la casa a de llegar! y ¡Lo del agua al agua!
El forastero confundido sin pedir explicación alguna se fue de regreso a su casa, pero cuando volvió a su hogar, sus vecinos terminaron por confundirlo aún más, al mirar con malos ojos los viajes que hacía, para ellos era un mal comportamiento dejar sola a su familia por mucho tiempo.
Natividad, aburrido de la situación decidió un buen día alejarse de Japaz abandonando todo y salió a buscar mejor suerte en otros lares. Y es así como llego a Chililique, lugar ubicado entre los linderos de Chulucanas y Frías, donde se dedicó a ser peón de una chacra en la que le pagaban algo que servía para mantener a su familia, pero a su mente siempre llegaba el recuerdo de aquellas palabras que le había dicho el adivino de Chupicarume.
Días de trabajo fuerte, no doblegaban ni amilanaban a Natividad. En una tarde de faena incansable, la suerte le llega a aquel desdichado hombre, cuando en una esquina de la chacra al dar un lampazo en unas malas hierbas, se levanta un guijarro dejándolo ver claramente la tapa de una olla de barro, la que al destaparla estaba llena de monedas de oro y joyas preciosas .
Los demás peones que estaban un poco lejos miraban atentos a Natividad el cual demostraba nerviosismo , este hombre astutamente urdió una mentira y expresó que en ese lugar habían muchas avispas alrededor de una colmena al tiempo que se retiraba tapándose la cabeza con los brazos en señal de protección, visto esto la peonada no se atrevió a acercarse. Natividad, en compañía de sus hijos varones, esperó y aprovechó la noche para recoger el tesoro encontrado. Con el producto de su hallazgo compró una linda casa con chacra incluida la cual tenía mucha agua, la otra mitad del tesoro lo guardó en secreto para usarlo cuando esté anciano En su recuerdo volvían los presagios del Mítico Chupicarume, así de esta manera comprobó que se había cumplido el primer adagio cambiando su suerte por completo, como lo dijo el adivino.
Paso el tiempo y los hijos varones se marcharon formando nuevas familias, quedando en casa solo la hija mujer, la cual se enamoró y se casó, pero siguió viviendo en la casa de su padre. Un día de aquellos, el yerno de natividad llegó a ubicar el resto del tesoro, se lo robó, lo malgastó en vicios y en cosas vanas, quedando después de un corto tiempo nuestro amigo Natividad en la miseria, cumpliéndole Allí el segundo adagio. ¡Lo del agua al agua!